domingo, 19 de diciembre de 2010

EL POST-IMPRESIONISMO

Poco después de 1880 el movimiento impresionista experimentó su primera crisis, dejando de ser un estilo homogéneo, formado por los cultivadores de aquella tendencia y sus fieles amigos, para empezar a cobrar importancia la individualidad de los artistas. Algunos pintores, a pesar de haber estado vinculados al Impresionismo en algunos momentos de sus vidas, realizan lo más importante de sus obras después de las mejores conquistas del movimiento. 

En el Moulin Rouge: el baile (1890). Toulouse Lautrec

La corriente post-impresionista supone una recuperación del dibujo, sin olvidarse del color y de la expresividad de las cosas. Se produce una evolución personal entre los diferentes pintores que tendrá una gran trascendencia en la pintura del siglo XX. Los representantes más destacados de esta nueva modalidad pictórica son: Paul Cèzanne (1839-1906), Vincent Van Gogh (1853-1890), Henri de Toulouse Lautrec (1864-1901) y Paul Gauguin (1848-1903). Sus personalidades y sus maneras de entender la pintura presentan enormes diferencias. Pese a ello, existen grandes vínculos que van más allá de su coincidencia generacional y que permiten entenderlos dentro de un mismo contexto. Todos ellos parten de la pintura impresionista, en cuyo círculo se iniciaron, llegando incluso a participar en sus exposiciones. Los cuatro se cuestionan pronto nuevos planteamientos formales ante la insatisfacción que les provoca la visión impresionista del arte, investigando una salida en la recuperación de la forma. 

En la playa, Mujeres de Tahití (1891), Gauguin

El Post-Impresionismo supone una recuperación de la importancia del dibujo y de la preocupación por captar no sólo la luz sino también la expresividad de las cosas y de las personas iluminadas. 

Los post-impresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, aunque se caracterizaron por intentar reflejar más expresión y emoción a la pintura. Sin embargo, los post-impresionistas reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo.

Por último, en sus vidas hay un sentido trágico que se refleja en el aislamiento, el suicidio, la deformidad y la huida, y que resultará fundamental para entender la esencia de su arte. Estos pintores suponen el auténtico puente entra la pintura de los siglos XIX y XX, tanto desde el punto de vista estético como incluso personal. El conformismo, la ruptura con la tradición, el riesgo y la voluntad creadora, sitúan sus figuras más cerca del dramático siglo XX que de su propia época. Su trascendencia para la evolución del arte es, si cabe, mayor que la de los pintores impresionistas.

Los jugadores de cartas (1890-95), Cèzanne

EL IMPRESIONISMO


Entre 1874 y 1886 un grupo de artistas, cansados de las pinturas de los Salones Oficiales, se unieron con el objetivo de llevar a cabo varias exposiciones inspiradas en el contacto directo con la naturaleza, es decir, una serie de pinturas que mostraban una nueva forma de entender el arte. De esta manera surgió uno de los movimientos más renovadores del periodo contemporáneo, el Impresionismo.
La historia del Impresionismo comienza con la exposición realizada en 1874 en la galería Nadar, en el que se reunieron más de treinta pintores, escultores y grabadores, entre los que destacan Frédéric Bazille (1841-1870), Alfred Sisley (1839-1899), Camille Pisarro (1830-1903), Edgar Degas (1834-1917) y Pierre Auguste Renoir (1841-1919). Su líder era Claude Oscar Monet (1840-1926). 

Le Moulin de la Galette (1876), de Renoir
Los antecedentes del Impresionismo los encontramos en Jean-Baptiste Camille Corot, que ejerció una notable influencia sobre Barbizon, Manet y Boudin. Estos artistas se caracterizan por un rechazo de la pintura de estudio. Pintan directamente en la Naturaleza. No querían representar fielmente la realidad, pues pensaban que estaba muy visto y además, con la aparición de la fotografía no sentían la necesidad de pintar de forma realista. Su objetivo era captar la luz y los colores efímeros. Para ello utilizan una pincelada rápida y una paleta de colores puros, empleando la técnica de los contrastes simultáneos, con el fin de que los toques de color se mezclen en el ojo del espectador. En su paleta no solemos encontrar el color negro, ya que preferían aplicar gamas de colores oscuros en su lugar. El resultado es una pintura vibrante y luminosa, en la que lo fundamental es la pintura en sí misma y no el tema.
Estos pintores utilizaron de manera intuitiva la teoría sobre los colores formulada por Chevreul, según la cual existen tres colores primarios (amarillo, rojo y azul) y tres complementarios (violeta, verde y naranja respectivamente). Asociados los colores primarios dan el complementario del tercero, por ejemplo la mezcla de amarillo y rojo da naranja; pero en vez de fundirlos en el pincel ha de ser el ojo del espectador el que confunda los toques próximos de colores primarios.
Sin embargo a partir de 1885 estos planteamientos comienzan a diversificarse. Cada uno de los pintores impresionistas evolucionará en una línea: los interiores de Edgar Degas, el clasicismo de Pierre-Auguste Renoir…Tan sólo Monet permanece fiel a los principios básicos que dieron lugar al movimiento.

Clase de danza en la Ópera (1872), Degas


MONET
El más puro y poético de los impresionistas fue Claude Oscar Monet, el único pintor que se adhirió al Impresionismo con una fidelidad absoluta, sin abandonarlo en ningún momento de su trayectoria artística. De él dijo el poeta francés Mallarmé que tenía una retina nueva, virginal y abstracta. Monet nació en París el 14 de noviembre de 1840, aunque se crió en la ciudad costera de Le Havre.
Sus comienzos fueron complicados ya que no siguió los cauces habituales para triunfar en el mundo artístico. A los 17 años conoció a Eugène Boudin, pionero en la pintura a plein air. A principios de abril de 1859, Monet se dirige junto a él a París. Allí se sentirá atraído por la pintura de Delacroix y por los paisajes de Corot y Daubigny. Poco después, en 1863, admiró la pintura de Manet y quedó fascinado. Entre estas dos referencias se mueve la primera fase de la obra de Monet, en la que ya está el origen del Impresionismo.
Claude Oscar Monet actuó como el aglutinador del grupo de jóvenes pintores que, a partir de sus deseos comunes de renovación plástica, acabarían formulando el grupo impresionista. Los primeros tiempos fueron muy difíciles debido a la incomprensión de crítica y público, pero las experiencias compartidas, la solidaridad mostrada por Manet y Boudin y el apoyo del marchante de arte Paul Durand- Ruel, facilitaron la labor de Monet y sus compañeros.
La pintura de Claude Monet es de paisajes puros, directamente tomada de la naturaleza, sin retoques en el estudio y con una técnica rapidísima para captar la luz y el color de un instante. Como Heráclito, Monet está convencido de lo irrepetible del momento y de la necesidad de plasmarlo casi al instante. Sus pinceladas son cortas, cargadas de pasta, de colores puros y yuxtapuestos.
La producción de Monet está cargada de obras fundamentales en el arte contemporáneo: Regatas en Argenteuil, Las amapolas, La serie de la Catedral de Rouen…Siempre fiel a su línea de trabajo basada en el toque ágil, vibrante, luminoso y de cromatismo inigualable, la carrera de Monet entra generosamente en el siglo XX, dando lugar a las últimas y espléndidas series de los Nenúfares recogidos directamente de su propio jardín de Giverny.


Nenúfares y puente japonés (1899), Monet



¡Bienvenidos a mi blog!

Un nuevo espacio destinado al arte, concretamente a dos momentos especialmente ricos en el campo de la pintura, como son el Impresionismo y el Post-Impresionismo, y algunos de sus principales representantes.

¡Espero que les guste!